Por Dr. Andrés Gabino Concepción (Tite)*
-Abuelo, cuéntame un cuento. Háblame de un niño que se llamó Julián Javier.
-Mi querido nieto, tú te refieres al hijo de don Elías Javier y Doña Victoria de la Cruz. Bueno, ese niño nació hace mucho tiempo, el 20 de octubre de 1880, en el campito llamado Arroyo Seco. Desde muy pequeño, Julián fue amante de la naturaleza, le gustaba jugar con los animales. Fue un niño tranquilo, obediente, respetuoso y cuidaba a los viejos del lugar. Un día vino de visita a su casa, la familia Estrada desde San francisco de Macorís, puesto que ellos lo habían bautizado. Por la tarde, cuando reposaban en la terraza cerca de la cocina, el señor Estrada dijo a don Elías: “Compadre, el objetivo de mi visita, entre otras cosas, es llevarme a mi ahijado Julián para nuestra casa y ponerlo a la escuela, este niño compadre, no puede crecer bruto, por su forma de ser se nota que tiene inteligencia natural y de él se puede sacar un gran hombre. Esa forma cariñosa y las preguntas que hace, dice lo que va a ser”. Don Elías, su padre, sorprendido por la petición del compadre no atinaba a darle una respuesta y después de estar una hora pensando lo que iba a decir, ya cuando se despedía del señor Estrada le dijo: “Compadre, deme una semana, para decidirme si lo dejo ir o lo dejo aquí… Fíjese compadre, no es fácil decidirme. Julián nunca se ha ido ni siquiera por dos días fuera de esta casa. Agradezco su intención. Yo le aviso, yo voy a comunicárselo personalmente”. Esa vez se fueron si el niño. Ese domingo, luego de retirarse la visita, don Elías le preguntó al niño Julián: “Hijo mío, ¿quieres crecer bruto, ignorante o por el contrario deseas estudiar en el pueblo, tener como amigos, a otros muchachitos, llegar a ser un hombre preparado?”. El niño Julián contestó: “¿Cuándo me voy papá?” “Déjame comprarte una ropita y zapatos nuevos”, repuso el padre. “Ve ahora donde Victoria y dale la noticia”. La madre al recibir la información lo abrazó entre alegría y tristeza porque quería que su hijo estudiara, pero no se quería separar de él”. Al Julián llegar a San Francisco de Macorís, la forma de vida, la comida, hasta la noche, para él le resultaron diferentes. Recibió clases de todo lo relacionado con la educación primaria, con el maestro Don Francia Guzmán. El niño Julián venía cada quince días y a veces duraba un mes. Al llegar a su sitio natal y saberlo los primitos y niños del lugar, venían a saludarle, él seguido salía a jugar con ellos y a enseñarle muchas cosas de las que aprendía en el pueblo. Así es como el niño comienza desde pequeño a convertirse en u líder de los demás niños de Arroyo Seco. Vuelve a quedarse definitivamente cuando ya el profesor Francia Guzmán no puede enseñarle más.
-Abuelo, ¿cómo funda el pueblo de Tenares?
-Adorado nieto, el hecho de haber vivido en el pueblo de San Francisco de Macorís, ver la diferencia que hay entre el pueblo y el campo, esa experiencia lo ayudó a inclinarse a fundar un pueblo. Además el casarse con una mujer cubana, muy culta y leída llamada Amparo Naranjo, lo motivó a no llevarle al campo y decidió construir una casa en la hoy calle Sánchez donde está la clínica del Dr. Cabral.
-Abuelo, ¿qué edad tenía Julián Javier cuando dio el primer picazo de su casa para fundar el pueblo?
-Vamos a ver mi niño. Si nació en el 1880 y fundó el pueblo de Tenares en el 1910, entonces tenía 30 años de edad. ¿Verdad? Era todo un hombre. Trabajador incansable, usó las palabras y las manos para fundar, fue un gran conciliador y un buen consejero.
-Abuelo, ¿por qué la gente dice que fue el fundador de Tenares?
-Hijo, tu pregunta es muy interesante y se parece a las que hacía el niño Julián, pues fíjate, es nuestro fundador porque tumbó la finca de cacao y la dividió en solares y calles, construyó varias casas para el comercio, luego compró seis tareas para construir el parque y la iglesia y solicitó dos tareas a don Félix Morales, para el cementerio. Lo previó todo. Con el parque logró que la gente se recreara, con la iglesia, la meditación y el fortalecimiento de la fe. Un lugar para adorar a Dios y en el cementerio, la morada final, el descanso eterno.
-¿Y desempeñó algún cargo en este pueblo?
-Claro, en el 1925 fue alcalde pedáneo de la sección Los Ranchos, hoy Tenares. ¿Complacido hijo?. Hay que agradecer al niño Julián. Los pueblos son del tamaño de su gratitud. En los muchos años de su existencia, sólo dejó de pensar, orientar y construir, cuando ya los pobres huesos y el cansado corazón tocaban el agotamiento, pero desde la niñez el espíritu pudo más que la adversidad. Su espíritu se movía hacia arriba siempre hacia arriba…
-Abuelo, cuéntame un cuento. Háblame de un niño que se llamó Julián Javier.
-Mi querido nieto, tú te refieres al hijo de don Elías Javier y Doña Victoria de la Cruz. Bueno, ese niño nació hace mucho tiempo, el 20 de octubre de 1880, en el campito llamado Arroyo Seco. Desde muy pequeño, Julián fue amante de la naturaleza, le gustaba jugar con los animales. Fue un niño tranquilo, obediente, respetuoso y cuidaba a los viejos del lugar. Un día vino de visita a su casa, la familia Estrada desde San francisco de Macorís, puesto que ellos lo habían bautizado. Por la tarde, cuando reposaban en la terraza cerca de la cocina, el señor Estrada dijo a don Elías: “Compadre, el objetivo de mi visita, entre otras cosas, es llevarme a mi ahijado Julián para nuestra casa y ponerlo a la escuela, este niño compadre, no puede crecer bruto, por su forma de ser se nota que tiene inteligencia natural y de él se puede sacar un gran hombre. Esa forma cariñosa y las preguntas que hace, dice lo que va a ser”. Don Elías, su padre, sorprendido por la petición del compadre no atinaba a darle una respuesta y después de estar una hora pensando lo que iba a decir, ya cuando se despedía del señor Estrada le dijo: “Compadre, deme una semana, para decidirme si lo dejo ir o lo dejo aquí… Fíjese compadre, no es fácil decidirme. Julián nunca se ha ido ni siquiera por dos días fuera de esta casa. Agradezco su intención. Yo le aviso, yo voy a comunicárselo personalmente”. Esa vez se fueron si el niño. Ese domingo, luego de retirarse la visita, don Elías le preguntó al niño Julián: “Hijo mío, ¿quieres crecer bruto, ignorante o por el contrario deseas estudiar en el pueblo, tener como amigos, a otros muchachitos, llegar a ser un hombre preparado?”. El niño Julián contestó: “¿Cuándo me voy papá?” “Déjame comprarte una ropita y zapatos nuevos”, repuso el padre. “Ve ahora donde Victoria y dale la noticia”. La madre al recibir la información lo abrazó entre alegría y tristeza porque quería que su hijo estudiara, pero no se quería separar de él”. Al Julián llegar a San Francisco de Macorís, la forma de vida, la comida, hasta la noche, para él le resultaron diferentes. Recibió clases de todo lo relacionado con la educación primaria, con el maestro Don Francia Guzmán. El niño Julián venía cada quince días y a veces duraba un mes. Al llegar a su sitio natal y saberlo los primitos y niños del lugar, venían a saludarle, él seguido salía a jugar con ellos y a enseñarle muchas cosas de las que aprendía en el pueblo. Así es como el niño comienza desde pequeño a convertirse en u líder de los demás niños de Arroyo Seco. Vuelve a quedarse definitivamente cuando ya el profesor Francia Guzmán no puede enseñarle más.
-Abuelo, ¿cómo funda el pueblo de Tenares?
-Adorado nieto, el hecho de haber vivido en el pueblo de San Francisco de Macorís, ver la diferencia que hay entre el pueblo y el campo, esa experiencia lo ayudó a inclinarse a fundar un pueblo. Además el casarse con una mujer cubana, muy culta y leída llamada Amparo Naranjo, lo motivó a no llevarle al campo y decidió construir una casa en la hoy calle Sánchez donde está la clínica del Dr. Cabral.
-Abuelo, ¿qué edad tenía Julián Javier cuando dio el primer picazo de su casa para fundar el pueblo?
-Vamos a ver mi niño. Si nació en el 1880 y fundó el pueblo de Tenares en el 1910, entonces tenía 30 años de edad. ¿Verdad? Era todo un hombre. Trabajador incansable, usó las palabras y las manos para fundar, fue un gran conciliador y un buen consejero.
-Abuelo, ¿por qué la gente dice que fue el fundador de Tenares?
-Hijo, tu pregunta es muy interesante y se parece a las que hacía el niño Julián, pues fíjate, es nuestro fundador porque tumbó la finca de cacao y la dividió en solares y calles, construyó varias casas para el comercio, luego compró seis tareas para construir el parque y la iglesia y solicitó dos tareas a don Félix Morales, para el cementerio. Lo previó todo. Con el parque logró que la gente se recreara, con la iglesia, la meditación y el fortalecimiento de la fe. Un lugar para adorar a Dios y en el cementerio, la morada final, el descanso eterno.
-¿Y desempeñó algún cargo en este pueblo?
-Claro, en el 1925 fue alcalde pedáneo de la sección Los Ranchos, hoy Tenares. ¿Complacido hijo?. Hay que agradecer al niño Julián. Los pueblos son del tamaño de su gratitud. En los muchos años de su existencia, sólo dejó de pensar, orientar y construir, cuando ya los pobres huesos y el cansado corazón tocaban el agotamiento, pero desde la niñez el espíritu pudo más que la adversidad. Su espíritu se movía hacia arriba siempre hacia arriba…
*El autor es odontólogo, maestro, historiador e investigador de temas diversos. Poseedor de un espíritu de colaboración y solidaridad a toda prueba. Trabajador social y fundador de centros educativos e instituciones de servicio. Ha publicado varias obras, incluyendo el libro “Historia de Tenares”. Deportista de varias disciplinas y político de renombre. Ex Síndico del Municipio de Tenares. Coleccionista de testimonios históricos materiales de invaluable importancia. En la actualidad posee en sus manos un importante proyecto, programa que ha acordado compartir para su ejecución desde el Ayuntamiento Municipal.
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