Por Eddy Sosa
El laureado escritor colombiano, premio Nobel de literatura en 1982, Gabriel García Márquez, decía en una de sus obras, que la vida no es la que uno ha vivido, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla.
Márquez sabía muy bien, más allá de la imaginación y su creación literaria, que el ser humano está llamado a trascender y a explotar sus mejores facultades; que la búsqueda constante de la razón de la existencia debía aparecer como un imperante insustituible, obviando muchas veces la influencia que ejerce la magia de la memoria y el tiempo en nuestra vida.
Tomando como ejemplo la frase del insigne escritor, me viene a la mente el tema de la identidad y la nacionalidad, ya que estos factores tienen mucho que ver con el desarrollo de los pueblos. Cuanto más conscientes somos de nuestro origen y proyección, en mejores condiciones estaremos de afrontar nuestro futuro.
Sobre el sentido de nacionalidad e identidad, puedo decir que uno no necesariamente pertenece al lugar en donde uno haya nacido, sino donde nuestros sueños y los hechos más interesantes de nuestras vidas hayan tenido lugar. Los vínculos permanentes con los pueblos que amamos son los que nos hacen velar y luchar por el bienestar común; en ese sentido podemos comprender como una persona puede apreciar y valorar la cultura y la grandeza de varios pueblos a la vez e, incluso, hasta del mundo.
El sentido práctico de tener una visión universal humanística nos hace ser tolerantes, virtud del hombre civilizado, e incide directamente en el desarrollo de la consciencia social que se manifiesta en el amor por los pueblos; por eso muchos inmigrantes motivados por diferentes razones se establecieron a principio de siglo pasado en el pueblo que hoy llamamos Tenares y tanto fue su amor y su aculturación que prontamente terminaron asimilando sustancialmente la esencia cultural de nuestros campos, quedándose eternamente en la memoria histórica y espiritual de nuestra comunidad; en tal virtud muchos pueden hoy cantar a voz en cuello las famosas líricas de la canción que dice: No soy de aquí/ ni soy de allá/ no tengo edad ni porvenir/ y ser feliz/ es mi color de identidad. En este año especial y memorable del centenario de Tenares le damos la bienvenida a todos aquellos tenarenses ausentes que aman su tierra y a todos aquellos que de una u otra manera se sienten tenarenses y ciudadanos del mundo, porque saben valorar la belleza y la grandeza de nuestra tierra. Que sea el mes de octubre una preciosa oportunidad para el reencuentro y revalorización de nuestra identidad.
Aún con nuestras precariedades y carencias, entendemos que todo no está perdido, que los pétalos están siendo quitados, para que prontamente aparezca la hermosa flor granada. Es una manera optimista de visualizar un pueblo mejor.
Reconocemos que los grandes hombres y mujeres no tienen necesidad de promover sus buenas acciones, sabemos que hay muy buenos tenarenses diseminados en muchas partes del mundo, que sí les importa el futuro de nuestro pueblo y que de una manera anónima contribuyen con su granito de arena en el desarrollo de nuestra patria chica. Es propicia la ocasión para en este importante año del primer centenario de nuestro pueblo, convocar a todos los hombres y mujeres que se sientan ser tenarenses, no importa donde se encuentren, a que unan voluntades y que desde cualquier posición que ostenten, piensen en qué forma pueden contribuir para construir un Tenares mejor, con un mejor mañana y con un mayor grado de esperanza, para que el ‘‘ser feliz se erija como el único color de nuestra identidad’’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario